La Tiranía de la Sabiduría Popular

Las frases hechas tienen un poder inimaginable en ellas, son el resultado de que el ser humano se golpee contra la misma piedra durante siglos. Están tan cargadas de tanta sabiduría que incluso a veces se nos imposibilita decirlas, porque como dijo el Tío Ben (el único personaje de Marvel que no revive en ningún puto comic), “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

El mundo de las frases hechas es para unos pocos, es para los que cortan el bacalao, porque tamaña sabiduría es muy difícil de contener. Es como tomar 5 litros de agua seguidos y no ir al baño, es difícil de contener (¿se entendió no?). Aparentemente a medida que aumentan nuestros años de vida vamos aprendiendo a contener este poder, ya que es sabido que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Al mal tiempo buena cara, porque no hay mal que por bien no venga, ni que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Por eso mismo con el crecimiento vamos incorporando el poder que ya mencioné, y no hay tu tía, queramos o no, con los años vamos a comenzar a usar frases hechas uno atrás del otro como cinchaporoto, y aunque el horno no esté para bollos y sepamos que en boca cerrada no entran moscas, cuando alguien nos regale algo que no nos sirva para mucho, vamos a abrir la boca y decir que a caballo regalado no se le miran los dientes, porque sabemos que si es de arriba un rayo.

Pero no todo es un viva la pepa… no, no. Hay que poner los puntos sobre las ies porque no todo es oro lo que reluce, pues a veces las frases hechas están mal, o no aplican, se les da tanta importancia que se les suben los humos, pues hay veces que intentamos algo tres veces y la frase la tercera es la vencida se rompe, así que pongamos los pies sobre la tierra y no tiremos la casa por la ventana con todo esto, no hay que poner las manos en el fuego por quien se fue a Sevilla perdió su silla, porque el que fue y volvió de una oreja lo sacó.

Tío Ben!

Tío Ben!